jueves, 21 de mayo de 2015

Canción del corazón

Había una vez un gran hombre que se casó con la mujer de sus sueños. con su gran amor crearon a una niñita. Era una niñita alegre y radiante y el gran hombre la quería mucho.
Cuando era muy pequeña, él la cargaba, tarareaba una tonada y bailaba con ella por toda la habitación, y le decía: "Te quiero, niñita."
Cuando la niñita fue creciendo, el gran hombre la abrazaba y le decía: "te quiero, niñita." La niñita se enfurruñaba y le decía: "Ya no soy una niñita." Entonces el hombre reía y decía: "Pero para mi, siempre serás mi niñita."
La niñita que ya no era chiquita se fue de su casa y entró al mundo. Conforme fue aprendiendo más acerca de sí misma, aprendió más cerca del hombre. Comprendió que él era verdaderamente grande y fuerte, pues ahora ella reconocía sus fuerzas. Una de sus fuerzas era su habilidad para expresar el amor que le tenia a su familia. No importaba a qué parte del mundo fuera ella, el hombre la llamaba y le decía: "Te quiero, niñita."
Llegó el día en que la niñita que ya no era chiquita recibió una llamada telefónica. El hombre estaba lesionado. Había sufrido un ataque de apoplejía. Estaba afásico, le explicaron a la niña. Ya no podía hablar y no estaban seguros de que pudiera entender las palabras que se le decían. Ya no podía sonreír, reír, caminar, abrazar, bailar o decirle a la niñita que ya no era chiquita que la quería.
Así que ella fue al lado del gran hombre. Cuando entró al cuarto y lo vio, se veía pequeño y nada fuerte. Él la vio trató de hablar, pero no pudo.
La niñita hizo lo único que podía hacer. Se subió a la cama junto al gran hombre. Corrieron lágrimas de los ojos de ambos y envolvió con sus brazos los hombros inservibles de su padre.
Con su cabeza sobre el pecho de él, pensó muchas cosas. Recordó los tiempos maravillosos que habían pasado juntos y cómo ella siempre se sintió protegida y apreciada por el gran hombre. Se afligió por la pérdida que habría de sufrir: las palabras de amor que la habían reconfortado.
Y entonces escuchó del interior del hombre el latido de su corazón. El corazón donde la música y las palabras habían vivido siempre. El corazón latía serenamente, indiferente al daño del resto del cuerpo. Y mientras ella descansaba allí, la magia ocurrió. Escucho lo que necesitaba escuchar.
El corazón de él, con sus latidos, emitía las palabras que su boca ya no podía decir...
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Niñita
Niñita
Niñita
Y quedó reconfortada.
Patty Hansen.   
       

No hay comentarios:

Publicar un comentario